martes, octubre 27, 2009

Juegos eroticos para parejas:Disfraces y personajes

Un problema que deben enfrentar las parejas es cómo no caer en la rutina. Años de conocimiento e intimidad hacen que el tedio pueda afectar nuestra vida sexual. Quizá sea este el motivo las repetidas infidelidades y la mayor causa de separaciones.

Pero ¿Qué hacer? ¿Cómo mantener la fantasía siempre despierta? Uno de los métodos más conocidos es el uso de disfraces y asumir distintos roles o personajes. Es sabido que esta práctica íntima tiene gran difusión y es muy satisfactoria. Incluso personajes como Gandhi han utilizado disfraces para lograr una encamada perfecta, mientras muchos pensaban que vestía una prenda tradicional.

Amalia F. ha reactivado su vida sexual a partir de los juegos eróticos. "Mi esposo no se interesaba en mí. Ocupaba su tiempo arreglando su auto, un antiguo Ford. Cierto día lo increpé y le dije que quería tener relaciones. No sin reticencias aceptó, con una condición: que
ría que nos disfrazáramos. No me pareció raro. A él siempre le gustaron las cosas raras. En general, cuando nos acostábamos, o se vendaba los ojos o me tapaba la cara con una almohada o una capucha. Una mujer debe aceptar todo lo que le propone su esposo, sobre todo si ella está muy caliente. Esa misma noche me amo desenfrenadamente, disfrazado del Zorro. Otros días fue Batman, Barney o Papá Pitufo. Mi casa parecía un parque de diversiones", Amalia respira hondo antes de continuar, "Una de las reglas en nuestros encuentros era que no debíamos hablar. Esto no me asombro: el día de nuestro casamiento, el "si" de mi esposo lo dio un amigo, que es ventrílocuo. En una de noche amor, en el momento del clímax, escuche una voz ronca que me decía: A que tu esposo no te hace gozar así. Me entraron sospechas. Alguna noche, mientras hacíamos el amor, mi esposo me había llamado por teléfono para avisarme que no llegaría temprano. Llena de angustia le saqué la máscara a mi presunto marido. Fui sorprendida al encontrarme con que era el mecánico de mi barrio. Mi esposo luego explicó que habían llegado a un acuerdo para reparar el Ford. Lo que más me dolió fue que cuando el coche comenzó a funcionar, él nunca me le prestó.

"Las máscaras han sido usadas desde hace siglos", explica la Lic. Claudia Rosso, "con estas, nos liberamos y nos permitimos ser otros. De este modo, podemos realizar cosas que no nos permitiríamos a cara lavada. De hecho, muchas mujeres solo acceden a tener relaciones sexuales si se pintan como mimos".

Salomón R. comparte sus vivencias: "Mi esposa era por lo general sumisa. Quizá por eso nuestra vida sexual se había vuelto monótona. De a poco fue expresando mi descontento y demandaba tener juegos eróticos. Ella aceptó de buena gana y se compró un traje de policía. En nuestra primera experiencia con disfraces, ella me ató a una silla y fingimos que yo era un ladrón al que debían interrogar. Comenzó a insultarme tímidamente y luego a golpearme con el puño. Creo que me desmayé. Días mas tarde me encadenó al inodoro y me pateó por horas. El desastre fue total y debí pasar unos días en terapia intensiva. Comencé a tener pesadillas, donde mi esposa me pegaba con todo tipo de objetos. Cuando regresé a casa la cosa empeoró. Actualmente tengo dientes postizos, una prótesis en la cadera y tartamudeo. Sin embargo la mayor decepción fue comprender que ella solo quería pegarme".

Podemos concluir diciendo que los disfraces permiten liberarse de prejuicios y acceder a grados más altos de libertad. Sin embargo siempre usamos atuendos que nos ocultan. Por ejemplo, un bombero no es bombero todo el día. Quizá llegue el día en que podamos liberarnos de nuestras mascaras y veamos que por debajo no hay nada.

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